Con una intuición que no se aprende, que solo puede ser recordada,
procedo a protejer mi creación amada, mis criaturas ya dispersas, derramadas ya por rincones que no puedo imaginar, animadas por mentes que no conozco, y justamente mi desconocimiento de estos re-animadores-re-creadores-re-productores hace todo valer la pena... pues alfinal la caverna de Platón no es más que la alegoría de una alegoría, el chiste que ríe dentro de otro anterior que se encierra asímismo una y otra vez iterando hasta el viejo pasado, y hasta el futuro por què no... antes era una caverna, luego fue el ofuscado Augusto de Unamuno, en algún momento Jim Carrey (el show hombreverdad), la mariposa adimensional de Chuang Tsé, hasta un creador cualquiera que percibe que nunca aprendió a defender, a desconfiar, ni a protejer, pero aún así demuestra hacerlo como si siempre lo hubiese sabido. . .
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