sábado, 16 de octubre de 2010

Anécdota de camino rural de noche 1

(...) entonces me bajé del auto, y ahí estaba, parado así tan compuestito y verde. Qué quieres de mi? Estás bien? Quién eres tu? Tres preguntas de lo más dispersas, de lo más huevonas. En qué estaba pensando? "Qué quieres de mi?" pffff... qué tipo de pregunta es esa? Entre que no sabía si me entendía lo que decía, mi lenguaje, y los nervios que hormigueaban el pie derecho salvador del día que logró llegar al pedal de freno a tiempo... pude haber dicho cosas mucho peores. Las preguntas fueron, entonces, dentro de todas las opciones, de lo más sensatas... hay gente que en estas situaciones de shock/stress no reacciona para nada bien: una amiga mía estudiaba enfermería y estabamos jugando a la pelota y mi amigo este se cayó al suelo y empezó con unas convulsiones (epilepsia se sabría después) y mi amiga lloraba corriendo en la dirección opuesta a todo motor. Sí, mis preguntas fueron buenas. La cosa es que me miraba en silencio, con una expresión como de enojado, creo. Y yo había visto un programa en la Tevel Isión en que raptaban a unos tipos y éstos al volver pensaban que habían pasado un par de horas nomás pero eran varios días realmente, y tenían barba ya y no podían comprender por qué! Entonces yo me concentré en no perder el conocimiento para que no me pasará lo mismo que a los tipos estos. Y se me acerca, y yo congelado, pero no porque no reaccionaba por el shock/stress, sino que porque no quería ser irrespetuoso y mostrarme con miedo, y su bocota a unos centímetros de mi oreja y murmura: "Vivaracho"... Anquilosado en la mismísima posición que adopté al interrogarlo, sin mover un pelo, esperé mientras el muy orgulloso seguía caminando en su dirección, perdiéndose así en la oscuridad de la noche chilota. Pero yo me podía mover eh, yo reacciono muy bien en estas instancias, era por esto del respeto y (...)

No hay comentarios:

Publicar un comentario