martes, 10 de mayo de 2011
Madre
El sol se había escondido detrás de la montaña... y mi abuela pintaba todo naranjo con sus llamados a tomar once. La tarde estaba tan rica, tan liviana.
Entonces, con toda la paz del mundo, comenzó a enrollar el hilo que colgaba del cielo. Y así, muy lento, descendí travieso desde las alturas, para alojarme en ella.
Y mi ombligo fue un palo... una serpiente, hilo ... y su carne tierra oscura e infinita...
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